Después de aquel intenso momento que
habían vivido, de nuevo estaban viendo la película. Él agarraba su mano y, de
vez en cuando, acariciaba sus dedos. De no haber sido por el calor que seguía
teniendo su cuerpo y porque todas sus terminaciones nerviosas estaban en
tensión, haciendo que se sintiera sensible y receptiva, Tara habría pensado que
nada de aquello había ocurrido.
La situación no era muy cómoda. Ahora que
ambos habían saciado sus instintos quedaba el «después». No sabía ni su nombre,
ni si se volverían a ver; y solo pensar que no podría tocarlo de nuevo la
angustiaba de una forma que no comprendía. Todo lo que envolvía a este hombre
hacía que se sintiera extraña, salvaje, confusa y excitada. Demasiadas
sensaciones juntas.
En la pantalla apareció
la palabra que en ese momento más temía: «Fin». No podía evitar preguntarse si
era también el «fin» de todo aquello. Tara decidió ser ella quien pusiera punto
y final a esa situación.
Le soltó la
mano y se levantó para irse. Él la siguió. Percibía su arrolladora presencia en
su espalda.